NARRATIVA
¿De qué va nuestra aventura?
Una buena historia es fundamental en la gamificación. Una narrativa bien estructurada, con giros emocionantes, personajes memorables y mundos fantásticos llenos de grandes retos, puede tener un impacto altamente positivo en los alumnos.
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Cuando los estudiantes se sumergen en este mundo creado para ellos, en el que son los protagonistas de la historia, se genera una motivación constante y expectativas de lo que vendrá. La narrativa puede organizarse en niveles, los cuales los alumnos podrán desbloquear a medida que acumulen puntos a lo largo del curso. Una vez alcanzada la puntuación necesaria, avanzarán por la historia y obtendrán recompensas, lo que les incentiva a continuar.
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Cada parte de la historia debe ser cautivadora, estimular la curiosidad, ser creativa y mantener una coherencia interna que permita a los alumnos conectar una sección con la siguiente, como si estuvieran leyendo capítulos de una novela. De acuerdo con mi experiencia, es esencial establecer objetivos a corto, medio y largo plazo en la narrativa para mantener la motivación activa y constante en los estudiantes. Como menciona Durgan A. Nallar en su libro Diseño de juegos en América Latina: Estructura Lúdica, este enfoque permite que la narrativa se mantenga interesante y relevante durante todo el proceso.


¿Qué debe tener una narrativa?
La historia
Un proyecto gamificado consta de diversas partes, cada una con su propia función y propósito. Aunque algunas son opcionales (como los motivadores extrínsecos, que no siempre son indispensables), hay un elemento que no puede faltar: la narrativa. Este componente es esencial para captar la atención y el interés de los alumnos, convirtiéndose en el eje que articula toda la propuesta. Además, la narrativa se construye a partir de ciertos elementos que le otorgan estructura y sentido.
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El tema: la puerta de entrada a la aventura
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El tema es el corazón de la narrativa y debe ser impactante, interesante y lo suficientemente atractivo para enganchar a los alumnos desde el principio. Si es la primera vez que implementas un proyecto gamificado, te sugiero elegir un tema relacionado con una disciplina concreta para facilitar su planificación y ejecución.
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El lugar: un mundo para explorar
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Es fundamental situar la narrativa en un contexto: un lugar y un tiempo concretos. Los únicos límites para construir este escenario son los que imponga tu imaginación. Pregúntate: ¿Dónde podrían disfrutar más los alumnos?
Describe el lugar con detalle, de forma que los jugadores puedan visualizarlo fácilmente en su mente. Crear un escenario rico y vívido ayudará a que los estudiantes se sientan inmersos en la experiencia.
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La acción: el motor de la historia
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Toda buena narrativa necesita un problema que resolver, un objetivo que alcanzar y una serie de eventos que mantengan a los protagonistas en constante movimiento. En cada nivel debe haber una acción, ya sea una aventura nueva o la continuación de la anterior. Estas acciones deben estar conectadas con los contenidos curriculares y las competencias que desees trabajar, asegurando que la experiencia lúdica también sea una experiencia educativa.
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La presencia del docente es clave en este punto: su planificación y conocimiento del grupo guiarán las acciones para que tengan sentido pedagógico. Por ejemplo:
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Una civilización que no habla el idioma del grupo puede ser la excusa perfecta para practicar inglés, mediante actividades que fomenten vocabulario o la escritura de mensajes breves.
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Un problema mecánico en una nave invadida por alienígenas puede convertirse en una oportunidad para trabajar operaciones matemáticas o conceptos de física.
Diseñar retos que involucren estos aprendizajes permite que los estudiantes no solo se diviertan, sino que también adquieran y refuercen saberes de manera significativa. Además, estas acciones pueden usarse para evaluar, asignar tareas domiciliarias o enriquecer las clases con dinámicas diferentes y motivadoras.
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Los personajes: dando vida a la narrativa
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Una de las partes más creativas y divertidas de la narrativa es la creación de personajes. Los personajes deben tener personalidades únicas y cumplir roles específicos dentro de la historia. Villanos, aliados, traidores, amigos cercanos o seres peculiares: la variedad es clave. Si necesitas inspiración, puedes basarte en personajes de películas, series o libros populares, o bien, crearlos desde cero utilizando tu imaginación.
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Los personajes no solo añaden profundidad a la historia, sino que también permiten que los alumnos se conecten emocionalmente con ella. Además, puedes incorporar personajes genéricos o secundarios que sean desempeñados por los propios alumnos, como roles de cooperación, fomentando así el trabajo en equipo y la participación activa en el proyecto.
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El viaje del héroe: una estructura narrativa poderosa
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Muchas de las historias más exitosas siguen una fórmula universal porque funciona. Este modelo, conocido como el viaje del héroe, está descrito en la obra El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. Si deseas profundizar en la construcción de una narrativa sólida, este enfoque puede ser una excelente guía para estructurar tu historia.
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En resumen, una narrativa bien elaborada es el eje que sostiene un proyecto gamificado. Desde un tema atractivo hasta un mundo detallado, personajes memorables y desafíos significativos, cada elemento contribuye a que los alumnos vivan una experiencia única, emocionante y educativa. ¡Atrévete a crear un universo que inspire, motive y transforme el aprendizaje!
La presentación de la historia
La presentación inicial a los alumnos es un momento decisivo al comenzar un proyecto gamificado. Si esta primera interacción no logra captar su interés, será difícil que se enganchen al proyecto. Por eso, el primer contacto con la historia debe ser atractivo, emocionante y dejar a los alumnos con ganas de saber más.
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El "llamado a la acción": el inicio de la aventura
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Este primer contacto debe ser un "llamado a la acción" que despierte su curiosidad y los invite a participar en la narrativa. Puede presentarse en cualquier formato:
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Videos: ideales para captar la atención rápidamente con imágenes, música y narración impactante.
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Narraciones: permiten introducir la historia de manera personalizada, dejando que tu voz y expresividad transmitan la emoción del relato.
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Presentaciones sencillas: combinando imágenes o ilustraciones con fragmentos de la historia.
Lo más importante no es el formato, sino lograr que los alumnos se sientan motivados y atraídos, deseando descubrir cómo superar los retos y qué sorpresas les aguardan.
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Mantener la intriga: sembrar la curiosidad
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Después de este primer acercamiento, es fundamental dejar a los alumnos con una sensación de incertidumbre positiva: preguntas sin respuesta, desafíos abiertos o pistas sobre lo que podría venir. Este tiempo de espera, en el que las mentes de los alumnos procesan la historia, es clave para generar interés y emoción.
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La introducción oficial: situarlos en el universo de la historia
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Pasados unos días, llega el momento de realizar una introducción oficial al mundo de la narrativa. En este punto:
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Proporciona contexto: Describe el lugar, la época y el escenario donde se desarrollará la historia.
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Plantea el conflicto: Explica el problema o situación que deberán resolver como protagonistas.
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Presenta personajes clave: Si es necesario, introduce a los aliados, villanos u otros seres que jugarán un rol importante en la trama.
Esta introducción no debe ser exhaustiva; basta con compartir los detalles necesarios para que los alumnos puedan ubicarse y empezar a involucrarse en la narrativa.
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El siguiente paso: mecánicas, dinámicas y componentes
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Una vez que hayas definido la historia, toca diseñar los elementos que estructurarán la experiencia gamificada:
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Mecánicas: Reglas del juego, sistema de puntos, niveles o recompensas.
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Dinámicas: Cómo interactúan los alumnos entre sí y con la narrativa (cooperación, competencia, toma de decisiones).
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Componentes: Elementos físicos o digitales que darán forma a la experiencia (tableros, cartas, insignias, videos, etc.).
La presentación inicial no solo introduce la narrativa, sino que también marca el tono del proyecto y establece las bases para todo lo que viene después. Una buena introducción puede ser la chispa que encienda el entusiasmo y el compromiso de los alumnos durante todo el proceso.
